Hasta pronto, maestro del ajedrez político: Andrés Manuel López Obrador
Hoy, con el corazón lleno de gratitud y la mirada puesta en el horizonte, nos despedimos del mejor presidente que México ha tenido: Andrés Manuel López Obrador. Es imposible no sentir una profunda nostalgia al ver partir a un líder que no solo gobernó, sino que transformó para siempre la historia de nuestra nación. Su legado, como un hito imborrable, quedará inscrito en las páginas más brillantes de nuestra historia.
Desde el primer día de su lucha, allá por los años en que le cerraban las puertas del poder, AMLO fue construyendo su camino con la paciencia y precisión de un maestro del ajedrez político. A pesar de todos los bloqueos que se interpusieron en su camino, desde los embates de una oposición feroz, pasando por los constantes intentos de desacreditarlo, hasta el poder mediático tanto nacional como internacional, nada pudo frenar su determinación ni su fe inquebrantable en el pueblo de México.
La historia lo recordará como un hombre que no se doblegó ante los intereses de la élite, que desafió las estructuras del poder con una estrategia impecable, siempre acompañado del más poderoso de los aliados: el pueblo. La oposición, por más que lo intentó, no pudo contener el vendaval de apoyo popular que lo llevó a la presidencia en 2018, cuando millones de mexicanos vieron en él la esperanza de un cambio real, profundo, y transformador.
Lo que más enfurece a sus adversarios no es solo su victoria, sino la forma en que la consiguió. Ni con el contubernio de la prensa, ni con la artillería mediática nacional e internacional, ni con los ataques sistemáticos de la ultraderecha estadounidense, pudieron derrotarlo. Lo subestimaron, lo caricaturizaron, pero nunca comprendieron que su verdadero poder no estaba en su discurso ni en sus estrategias políticas, sino en su conexión auténtica con la gente, en su capacidad de leer el pulso de un país que clamaba por justicia social. Y así como el viento no pudo con Juárez, la oposición no pudo con AMLO.
AMLO no solo fue un gran estratega, fue un visionario que construyó su legado sobre los pilares de la igualdad, la dignidad y el respeto por los más vulnerables. Mientras sus adversarios contaban con campañas millonarias y alianzas internacionales, él contaba con algo mucho más valioso: el corazón y la voluntad de millones de mexicanos que, con esperanza en las manos, le dieron su apoyo para construir un país más justo y humano.
Hoy, nos despedimos de un presidente que se va con la frente en alto, sabiendo que su trabajo, su lucha incansable, ha dejado un México diferente, un México más consciente y más despierto. Las lágrimas que hoy se asoman en nuestros ojos no son solo de tristeza por su partida, sino de agradecimiento por todo lo que nos ha dado. Nos deja una nación más fuerte, unida y orgullosa de su identidad.
Adiós, presidente, o mejor dicho, hasta siempre. Su legado perdurará en cada rincón de este país, en cada lucha por la justicia, en cada corazón que alguna vez se sintió olvidado y hoy se sabe parte de un México que avanza con dignidad. Gracias por nunca rendirse, gracias por mostrarle al mundo que la verdadera fuerza de un líder reside en su capacidad de servir a su pueblo, y no de servirse de él.
El tablero ha cambiado, y aunque usted se retire, las piezas que movió con tanta maestría seguirán avanzando, porque su legado no termina aquí. A usted, Andrés Manuel López Obrador, nuestro eterno agradecimiento, nuestro respeto, y nuestro profundo cariño. Nos deja un país transformado, y por eso, desde lo más profundo de nuestros corazones, le decimos: hasta luego, presidente.
Con admiración, cariño y gratitud,
Dra. Artemisa López
La Yaquesita de Don Salomé
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